Teatro Municipal Bahía Blanca

Patrimonio Arquitectónico

INTERÉS HISTÓRICO CULTURAL

El primer proyecto para la construcción de un teatro en Bahía Blanca se remonta al año 1884, pero lamentablemente el intento fracaso. En 1889 construyo el suyo la Sociedad Italiana XX de septiembre, bautizado como Roma, pero fue destruido por un incendio dos años más tarde. Por entonces, el señor Carlos Pronsato construyo otro en la esquina de Soler e Irigoyen que llevo el nombre de Politeama Unión Bahía Blanca. Pero el más brillante de los teatros que prestigio la escena bahiense durante los últimos años del siglo XIX y principios del XX fue llamado Politeama Argentino, funcionando hasta mediados de 1908.

Hacia fines de la intendencia de Jorge Moore se comenzó a dar forma a la inquietud de construcción de un teatro municipal. Teniendo conocimiento de esta idea, el señor Erize ofreció en venta sus terrenos ubicados entre las calles Alsina, Dorrego, Las Heras y Corrientes, lotes que integraban la popular quinta Erize. La operación fue concretada a pesar de la crítica local que consideraba la ubicación demasiado alejada del centro.

En febrero de 1911, durante la gestión del Dr. Valentín Vergara, se aprobó la construcción.  Ante la carencia de recursos para solventar la obra, se propuso la emisión de acciones lo que fue aceptado por los ciudadanos iniciándose de inmediato las suscripciones. Para evitar mayores demoras el Dr. Vergara solicito los planos a los arquitectos Jacques Dunant y Gastón L. Mallet, de Buenos Aires, quienes los entregaron el 3 de mayo de 1911. Para la ejecución de la obra se llamó a licitación, las propuestas se abrieron el 14 de agosto del mismo año resultando electa la oferta de los señores Bernasconi y Luisoni. Hacia fines de ese año se remataban los sobrantes de la quinta Erize a un muy buen precio, recaudando una significativa suma para la construcción.

El primer nombre que se propuso fue el de Estomba, en homenaje al fundador de la ciudad, pero la prensa local se opuso proponiendo el de Teatro Municipal que fue el adoptado para siempre. La inauguración se celebró con gran entusiasmo el 9 de agosto de 1913. Para la gran noche se había contratado a la compañía italiana Antonio Marranti, que interpreto la ópera “Aída” de Giusseppe Verdi. Fue el acontecimiento de mayor importancia cultural y social que se había dado hasta entonces. Las crónicas señalan que la primera velada del Municipal fue ante todo una nota de alto interés social. El empresario Accini resulto el primer arrendatario de la esplendorosa sala.

Durante años el Teatro Municipal fue un foco de irradiación de cultura, pasando por su escenario figuras de la talla de Beniamino Gigli, Vittorio Gassman y Ema Grammatica, y –últimamente- los laureados bailarines Julio Bocca y Raquel Roseti. No obstante, hubo malas épocas en las que empezó a languidecer, víctima de la indiferencia. Las funciones se fueron distanciando y cada vez se mostraron más los síntomas típicos del abandono: el escenario polvoriento, desmantelado, los camarines desiertos y las butacas rotas. En 1975 el teatro se clausuro en virtud del deficiente estado que presentaba ya que hacia veinticinco años que no se hacían reacondicionamientos integrales.

Hubo que llegar a esta situación para que se iniciaran gestiones de restauración y que estas tuvieran un eco favorable. En 1978 el Circulo Femenino 11 de abril decidió tomar participación en el asunto. Dicha entidad se encuentra presidida por María Elvira Casanova de Mancinella y la labor de rescate que vienen realizando es ejemplar. Se reunieron fondos entre empresarios, cámaras, instituciones privadas y públicas para encarar los diversos trabajos. Se reparó la bóveda, cuyo estado era inquietante, y se siguió con el telón, remendando por las mismas señoras. Luego vinieron las butacas, las cortinas y el alfombrado de los pasillos, además de las refaccione generales como los cambios de chapas de cinc en el techo, la restauración de diversos cielorrasos, la remodelación de los camarines y baños. La tradicional sala Payró se ve en su máximo esplendor luego de las obras cumplidas. Se repararon los capiteles y se empapelaron las paredes. Se colocaron cortinados de pana amarilla y ocre, y el piso luce alfombras al tono. Cinco arañas que cuelgan del techo iluminan el recinto, con el refuerzo de apliques laterales, todos forjados en bronce. La municipalidad también colaboró con todas estas iniciativas que devolvieron tan apreciada obra al patrimonio bahiense.

INTERÉS PAISAJÍSTICO

El edificio del Teatro es la obra bahiense que presenta el mejor emplazamiento. Ubicado como remate de la Avenida Alem, le da fondo a una perspectiva que culmina en su elegante fachada. La construcción se ve realzada al tener su perímetro libre, encontrándose a sus lados la plaza Dorrego y la plaza Payró. Este sitio ha sido utilizado repetidas veces como escenario público para diversos actos, aprovechándose no solo su interior sino también su especial conformación urbana.

El diseño de las plazoletas y veredas es posterior y corresponde al estudio del Ingeniero Pagano. El trazado actual es coincidente con el original a no ser porque en el perímetro existe un importante diseño floral que hoy se ha perdido. El mismo incorpora también el monumento – homenaje de la colectividad italiana, el Garibaldi, ubicado sobre el lateral que da a Dorrego, con lo cual podemos fechar este trazado en los años próximos anteriores a los festejos del Centenario.

INTERÉS ARTÍSTICO-ARQUITECTÓNICO

 La obra fue proyectada según los conceptos académicos. Los teatros de ópera constituían una tipología nueva para la cual los arquitectos no pudieron recurrir a la historia en busca de un modelo ideal. No obstante, al realizarse el ecléctico edificio de la opera de París considerada en su momento como la obra más moderna- se convirtió en el prototipo de los teatros.

La fachada bahiense presenta un cuerpo central de ritmo impar, con columnas de orden gigante y aventanamientos con balcones de balaustres. Sobre ellos las clásicas leyendas de “Drama”, “Tragedia” y “Comedia”, alusivas a las actividades que allí se realizan. Este cuerpo está flanqueado por dos volúmenes pequeños, pero macizos, que actúan como remates y le confieren unidad a la composición. De la misma manera, por encima del friso continuo con la inscripción Teatro Municipal, una balaustrada hace de remate. Son de destacar también las dos ventanas de los cuerpos laterales, coronadas por un frontis de luneto. Las dos esculturas exteriores, previstas para flanquear el acceso no fueron colocadas. Sin embargo, la fachada no presento grandes variantes de este dibujo realizado por los arquitectos.

Interiormente el tratamiento no es menos destacado. Luego del hall y las escaleras se pasa a la amplia sala, la cual se expresa exteriormente por la concavidad de sus paredes y la cubierta de chapa. Tiene capacidad para ochocientas cincuenta localidades, distribuidas entre plateas, palcos y paraíso, además del palco oficial. Cuenta también con seis salas de telón antiflama que separa el escenario de la platea. Entre sus diversos ambientes se destaca la sala ubicada en el primer piso hacia el frente, originalmente denominado Salón Dorado, que luego tomara el nombre de Roberto J. Payró.

AUTOR         ARQS. JACQUES DUNANT Y GASTÓN L. MALLET
AÑO              1911 – 1913
UBICACIÓN  ALSINA 500 – BAHÍA BLANCA
GRADO DE PROTECCIÓN 5